Y se marchó por la puerta marchita siguiendo el sol...
(Foto:Los Álamos, Saltillo Coah.)
Dejo este texto escrito hace algún tiempo, no posee nombre aún...Cuando puedan vayan a Los Álamos es un rancho en soledad, pero con mucha magia.
Y esta es la historia:
Con los días lluviosos imagino Macondo, y me da miedo que esta humedad que ahora invade mi cuerpo no se acabe nunca. Como la lluvia que se lleva muchas cosas, la niebla las esconde, quizás por eso huiré de este lugar en cuanto pueda.Porque, solo quiero pocos días de nostalgia, un domingo tal vez, no semanas enteras, quiero días soleados que me hagan olvidar...
Y es que a él lo seguía la niebla, venía con ella siempre a paso firme... Pero se evaporaba en el momento que decidía tomarse una humeante taza de café que a su llegada lo esperaba sobre la mesa. Al escuchar los mismos pasos en la cocina, una pequeña niña aparecía para acompañarlo. Mientras ella calmaba su sed, poco a poco su curiosidad se ahogaba en un vaso de agua, y el desbordaba palabras a cada sorbo de café.
Aunque lo sabia gordo, fumador, y con mujeres en cada puerto, su actitud bonachona siempre le agradó. En algún momento pensó que sería la más niña de sus ojos, y durante un tiempo lo fue, solo durante un tiempo porque después se convirtió en mujer rodeada por la barba y las manos de su viejo capitán de mar.
A veces la chiquilla se disgustaba al ver las ropas desaliñadas de aquel hombre, pero nunca le importó mucho la apariencia, lo recompensaba la forma de escucharla, de dormirla, de abrazarla, de besarla en la frente...
Finalmente era su propio viejo capitán de mar, sin embargo, sus constantes viajes terminaron por agobiarla y fastidiarla. Ella necesitaba jugar, correr, no solo soñar durmiendo... En realidad no podía vivir de agua y cuentos. Sucedía que, a veces, no era la distancia, no eran los nudos ni las millas marítimas, era el tiempo de sus mentes perdidas, imperfectas y diferentes, era el olvido de décadas lo que terminó con la alegría de la niña.
Quizás él siempre pensó que al igual que su humeante taza de café la niña seguiría en sus ojos.. quizás no se equivocaba... él sigue además, en su corazón, sin embargo, antes de que el viejo capitán haga su último viaje, antes de que el decida zarpar, ella partirá.
Lety Espinoza